martes, 19 de agosto de 2014

Desde que te has ido he parado los relojes, para que nunca se nos haga tarde.

Llevo demasiadas noches sin dormir.
Creo que todo empezó cuando quería sentirme, sentirte, y volver a sentirme (cada vez más) cerca tuya, aunque supiera con toda certeza que acabaría perdiendo el contacto con el mundo. Que encontrarte significaría perderme, me dio exactamente igual.
El insomnio empezó cuando al cerrar los ojos sentía tu mirada calándome hasta el alma, entonces los abría y me ahogaba en ti, sonreía, y tu risa me hacía cosquillas, y seguíamos riendo, como si la vida no fuera para tomárnosla en serio y como si en ese momento nosotros dos fuéramos los únicos que existíamos.
Y es que la putada de esto del amor es el sentir que todo lo que sientes solo lo has sentido tú, que nunca nadie ha sentido nada igual y que nadie es capaz de entenderte. Apostaría sin tener en cuenta las cifras ni el número de apuestas, sin mirar el caballo ganador, ni el caballo que aún mediocre, es seguro. Apostaba por corazonadas, tu dormías, yo de noche escupía toda la nicotina que me carcomía los pulmones durante el día, para hacerte un sitio, a ti, que escondías la esperanza muy adentro.
Quería hacerte feliz, pero para eso tenía que renunciar a toda posibilidad de ahogarme o salvarme, lo dejé todo, y sin nada, sin siquiera una mochila, sin más ropa que la puesta, salí a conquistar cada poro de tu piel, mi única armadura era tu dolor, y se hizo trizas cuando el único insomnio que me pudo, ya por las ocho de la mañana, renunció a mí y me quedé dormida, pero sin sueños.
Tu dolor se resquebrajó, te llenaste de grietas y te fuiste. Te fuiste mientras dormía, como si el levantarme con resaca fuese a hacerme olvidar la borrachera de 10 meses de sentimientos. Te fuiste, y por no hacer ruido con la puerta la dejaste abierta, te escapaste tú y se escapó el gato, la esperanza y la posibilidad de hacerte feliz. Acabé por perder lo único que le daba cuerda al reloj: tu cuerpo al otro lado de la cama, y la vida haciéndome vivir a través de tus ojos.
Llevo demasiadas noches sin dormir, y aunque tu te calles, y yo ya no sepa gritarte: mírame a los ojos sin ignorar las ojeras. Que sepas que desde que te has ido he parado los relojes, para que nunca se nos haga tarde, pero tienes que volver.


MissRuines.

No hay comentarios:

Publicar un comentario