martes, 18 de agosto de 2015

Qué coño le pasará que ya no sale a volar.

En esta ciudad
ya no hay luna,
he arrasado con cada recuerdo
como quien desconoce
que la enfermedad
encierra
la cura.
Decía Irene eso
de que la única forma de querer ser la primera avispa con la que juegan los alérgicos
es ser la última.
Y así vivimos
entre evasivas y analgésicos
que nos olviden las prisas de este mundo enfermo,
la nada se mezcla en el horizonte,
un cigarro encendido a tientas en un pub
y un vaso de tuvo que encierra
todo lo que no sabemos llorar.

Ya no brilla,
se ha abandonado en las camas más sucias de la ciudad,
ha peleado
como si tuviera algo que ganar,
en cada batalla
ha construido su presente,
autodestructivo,
pero tan suyo
que no había espacio para más.

Ha roto los relojes
los calendarios,
las estaciones de cada año,
ha vuelto con una mecha en los párpados,
-no sabe
que esa sonrisa
podría ser el tratado de paz
de países
que llevan
generaciones
envueltas en guerra-
ha arrasado con todo
y se ha propuesto renacer,
con la valentía y el desafío
de mirar a la persona que le está destrozando la vida
al espejo
a los ojos,
se ha limpiado el rímel
y le ha dicho que no se merece esa mierda
dando el portazo,
ha salido a las 6 de la mañana a pasear
y más cerca aún del amanecer
que del insomnio
se ha puesto a caminar hacia delante
como si lo que viniera fuese mejor,
sin saber que es ella quien lo crea,
la que se crea.
Como línea de un poema,
esta es para ella,
que nunca te sientas incompleta,
tú sola te vacías,
y tú sola te llenas,
es inevitable la caída
si no frenas,
pero volar
valdrá la pena,
aún en el aterrizaje
tendrás la mirada
de la que es eterna.


MissRuines.

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